Y así se comienza una aventura...
El viernes por la noche no pude dormir gracias a una fuerte migraña, sábado por la mañana trabajo desde temprano, había dormido máximo una hora y no pude seguir laborando más allá de medio día...
Llego a casa totalmente hecha añicos, dormí una hora quizá, confiando en que mi marido le echaría un ojo a los niños mientras yo recuperaba al menos un poco del sueño que perdí esa noche y además el enorme cóctel de medicina que había tomado me había dejado con una pesadez tal que no podía un minuto más fuera de la cama...
Despierto mucho mejor pero aún cansada y con sensación de pesadez. Me dirijo hacia un pequeño consultorio que recién adecuamos en la casa para no pasar tanto tiempo separada de mis pequeños por el trabajo y encuentro a mi esposo escuchando música. Los niños tranquilos jugando, todo parece en paz .
Charlamos un poco de lo estresados y sobresaturados que nos sentíamos a causa del trabajo y cuestiones diarias y la falta de tiempo para el descanso... Callamos un momento, nos miramos y simplemente desidimos un lugar, vacilamos un par de veces entre ciudad de México, un bosque o playa, tomamos una maleta y empacamos para una noche. Mi esposo revisó el coche mientras yo preparaba a los niños y nos lanzamos a la aventura, seis horas después y un par de malos cambios de rumbo por desconocimiento del lugar estábamos llegando a ciudad de México. Era media noche.
Al día siguiente nos levantamos temprano y despues del desayuno nos fuimos directo al parque para pasar un día fabuloso con nuestros hijos.
La verdad yo soy miedosísima así que yo solo fui camarógrafo y acompañé a los más pequeños a los menos peligrosos, pero mi esposo y mi hijo mayor se dieron revuelo en muchos otros a los que solo los más osados podían... Yo probablemente me habría desmayado.
Fotografías con super heroes y con looney tunes, juegos y más juegos, montañas rusas y subir y bajar, salimos aproximado a las 18:00 directos a comer en algún restaurante de camino y gracias a Dios llegando a casa de nuevo de madrugada.
Evidentemente no dormí mucho ese fin de semana, pero me la pasé increíble, y mis pequeños aún más.
Curiosamente a pesar de que mi esposo y yo no tuvimos unos días de lo más descansados , puedo decir de mi parte que valió totalmente la pena el viaje, e incluso que la novedad nos alcanzó para si sentirnos menos estresados a comenzar nuestra pesada semana laboral.